Argentina: Estudiante de la UNC crea herramienta que mejora las condiciones de siembra en la ciudad

El aumento demográfico en las últimas décadas se ha dado de manera exponencial y con mayor medida en las zonas urbanas, hecho que si bien ha llevado consigo el desarrollo de diversos aspectos (como el económico, el tecnológico, etc), también ha desplegado una serie de problemas que afectan no solo a sus habitantes sino también a su entorno.
Entre los problemas que se han desarrollado por este crecimiento urbano se encuentran la reducción de espacios verdes, disminuyendo de esta forma la calidad de vida de los habitantes y provocando el deterioro de la salud. Los espacios verdes representan uno de los principales articuladores de la vida social en la ciudad, además representan una importante oportunidad para que la población aprenda acerca de los principios ecológicos y de sus interconexiones con el mundo circundante.
El aprovechamiento de los espacios verdes es de vital importancia, debido a su escasez, sobre todo si destinan a la producción de alimentos. Por lo que una estudiante de Diseño Industrial de la Universidad de Cordoba (UNC) diseñó una herramienta económica que protege al suelo y a la planta, y favorece el aprovechamiento de las condiciones ambientales.
En Córdoba, del total de lo producido, solo la mitad reúne las condiciones necesarias para llegar a manos del consumidor. Esto sucede “por un mal manejo de los componentes naturales y la escasez de recursos técnicos que trae aparejada la utilización de químicos no adecuados”, describe Analía Rojas, técnica agropecuaria y estudiante de Diseño Industrial, cuya investigación para su tesis en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba fue reconocida en el último catálogo de INNOVAR tras un año de trabajo.
Uno de los métodos más utilizados para regar hortalizas en ciudades es a través de surcos que llevan el agua por toda el área de cultivo. Sin embargo, el sistema produce filtraciones, desgasta el suelo y, a partir de la acumulación del agua, causa problemas en las plantas por pudrición. Para tratar ese fenómeno, Rojas desarrolló el Biosurco, una placa biodegradable que se utiliza en el momento de siembra y se mantiene durante todo el proceso de producción.
“Al aplicar una sustancia líquida, la herramienta se va degradando y así el agua se transporta gradualmente, se escurre más rápido y no tiende a acumularse o permitir un encharque”, explica la investigadora. De esta forma, mantiene la humedad, el calor y genera un microclima ideal para las hortalizas. La planta mejora su resistencia y estructura, lo cual tiene consecuencias positivas para los futuros ciclos productivos.
El Biosurco está compuesto por material orgánico que incorpora nutrientes y celulosa y se aglutina aplicando calor y un pegamento. En contacto con el agua, comienza a desarmarse y se incorpora al suelo, al cual aporta sus diversos componentes. Bajo este funcionamiento, el método permite, según Rojas, “evitar la erosión y la pérdida de nutrientes, sin modificar el sistema de regado por surco, pero haciéndolo biodegradable”.
El material que queda depositado en la tierra luego de su utilización, pasa a ser parte de ella y la nutre para el próximo ciclo productivo. La placa puede aplicarse a surcos longitudinales y perpendiculares durante los distintos períodos de sembrado, tanto en verano como en invierno, para responder a las diferentes condiciones climáticas y a las necesidades de las hortalizas en los cinturones verdes de las ciudades.
Por otra parte, es de bajo costo, al estar conformado por elementos naturales y económicos. El proyecto de la investigadora es que la fabricación esté a cargo de cooperativas, por ser accesible a partir de una inversión mínima, o que forme parte de una política de estado para cooperar con productores.
Fuente: http://bit.ly/25YQCO6